Dentro de nuestras actividades de este mes, tambien contamos con una tarde de reflexión tuvo como tema al Padre Pío. Se inicio con un momento de oración, seguidamente la reflexión a cargo de Fray Mauricio Romero, terminando con la celebración de la misa. Luego pasamos a la sala centroamericana para compartir un café en donde se animó con cantos y se realizaron rifas de arreglos florales y un juego de ollas.
He aqui la reflexión:
La crisis en la experiencia espiritual del P. Pío de Pietrecina
1.
Introducción
A dos años de la exhumación de los
restos mortales de Fray Pío de Pietrelcina[1] y
del reciente traslado de su cuerpo a la cripta de la Chiesa nuova,[2]
se concluye así un período de dos años intensos de peregrinaje de cientos y
cientos de fieles a San Giovanni Rotondo, para venerar a uno de los santos más
queridos de la Iglesia de la mitad del siglo pasado.
La vida del Fraile de Pietrelcina podría
describirse con un pasaje de las Florecillas de San Francisco de Asís, que exalta
la humildad del poverello: ¿Por qué a ti?
¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?, preguntó Fray Maseo al Seráfico Padre y su
respuesta fue esta:
“Esto me viene de los ojos del Dios altísimo, que
miran en todas partes a buenos y malos, y esos ojos santísimos no han visto,
entre los pecadores, ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que
yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra criatura más vil para realizar la
obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí para confundir la
nobleza, la grandeza, y la fortaleza, y la belleza, y la sabiduría del mundo, a
fin de que quede patente que de Él, y no de creatura alguna, proviene toda
virtud y todo bien, y nadie puede gloriarse en presencia de Él, sino que quien
se gloría, ha de gloriarse en el Señor (1 Cor 27-31), a quien pertenece
todo honor y toda gloria por siempre (Flor
X).
De igual forma el santo capuchino tiene
claro que su vida es una continua donación a Dios, para la salvación de las almas
como un simple instrumento del Reino de Dios.
“Hace bastante tiempo siento dentro de mí la
necesidad de ofrecerme al Señor como víctima para los pobres pecadores y para
las almas purgantes. Este deseo viene creciendo siempre cada vez más en mi
corazón tanto que ahora se ha convertido, diría en una fuerte pasión”.[3]
2.
Descripción
del trabajo
El estudio partirá de una lectura atenta
de algunas secciones de la correspondencia epistolar de la vida del santo. C.
Pacentra es de la opinión que “el Epistolario da la posibilidad de un
“encuentro” con un hombre auténtico que ha sabido conjugar el amor para Dios
con el amor para los hombres”.[4]
Para efectos metodológicos debido a la gran
cantidad de material documentado (Epistolar), elegí el acontecimiento de los
estigmas, por dos sencillas razones, a saber:
a)
De todos los dones místicos[5]
recibidos en vida de Fray Pío, la estigmatización representan una serie de
vicisitudes en su vida personal, espiritual y fraterna de su provincia.
b)
Entre los estigmatizados de la
Iglesia, Fray Pío es uno de los santos más venerados y recientes de la historia
(canonización 2002). Lo que nos permiten conocer y apreciar mejor su vida, a
través de su abundante literatura epistolar entre sus directores espirituales e
hijos espirituales.
Se utilizará como fuente principal el I Volumen Epistolar, tomando como referencia la carta n. 167 (19 de diciembre
1913), considerada como un pequeño compendio clásico de la doctrina de San Juan de la Cruz.[6]
En donde podremos apreciar la clave de lectura para poder leer sus cartas y así
comprender ¿cómo el santo estigmatizado del Gargano afrontará?, los embates del
demonio, la obediencia ciega a la Iglesia, su incansable labor ministerial
(sacramento de la reconciliación), y la abundantísima correspondencia
espiritual entre sus miles de hijos e hijas espirituales alrededor del mundo.
Por último dicho estudio ofrecerá al lector,
a través de la experiencia espiritual del estigmatizado, algunas pautas para
poder discernir la voluntad de Dios. Para J. Sobrino “el discernimiento
cristiano es la búsqueda concreta de la voluntad de Dios, que tiene como
objetivo no sólo de entenderlo, sino cumplirlo”.[7] Más aún para el cristiano el
discernimiento será una tarea continua hasta el último momento de su vida “el
día en el cual no será necesario discernir será el día, en que habrá llegado el
reino de Dios”.[8]
Francisco Forgione (Padre Pío), nace el
25 de mayo de 1887 en Pietrelcina (Benevento), en el seno de una humilde y
religiosa familia, hijo de Grazio Maria y de Maria Giuseppa Di Nunzio. A la
edad de cinco años comienza acariciar la idea de consagrarse a Dios para
siempre y a partir de ahí inician a manifestarse los primeros dones
carismáticos y los continuos ataques del demonio. Cuando cumple quince años
Fray Pío, narra en una carta a su director espiritual los combates que debió
afrontar al elegir la vida religiosa. Así lo pone por escrito el Padre Pío:
“Dios mío quién podrá decir aquel interno martirio
que en mi se manifestaba. Sólo el recordar aquella lucha interna, que se estaba
desarrollando dentro de mí, me llenaba del más terrible miedo y sufrimiento….
Sentía la voz del deber obedecer a ti, ¡oh Dios¡ verdadero y bueno, pero los
enemigos tuyos y míos me intimidaban.”
Superando victoriosamente las pruebas,
dificultades y intimidaciones del demonio, el Padre Pío viste el habito
capuchino el 22 de enero de 1903 (Morcone), cambiando su nombre de bautizo (Francesco),
por Fray Pío de Pietrelcina. Al año siguiente inicia sus estudios
eclesiásticos, bajo la dirección del Padre Agostino de San Marco in Lamis, uno
de sus directores espirituales más tarde. El de 18 de julio de 1910 fue
ordenado en la Catedral de Benevento.
Poco después de su ordenación sacerdotal
por una misteriosa enfermedad permanecerá en casa de sus familiares desde 1909
a 1916. Hecho que puso en duda la idoneidad de su vocación capuchina a sus
superiores (vivir tantos años fuera del convento). Sin embargo, gracias a su
director espiritual y otros frailes que lo conocían desde sus años de formación
interceden en favor del él, delante sus superiores en aquel momento decisivo de
su vocación capuchina.
En 1916 cuando parecía ser que había
recuperado su salud, el Padre Pío recibe la obediencia de trasladarse al
convento de Foggia y más tarde a San Giovanni Rotondo por un período breve, con
el fin que el aire fresco de las montañas le ayudará en su precaria salud (de sus
pulmones). Pero a partir de ese momento permanecerá todo el resto de su vida en
aquel insignificante pueblo de San Giovanni Rotondo, del 28 de julio de 1916 al
23 de septiembre de 1968 día de su muerte (cincuenta dos años).
Estigmatización
El 6-7 de agosto de 1918 el Padre Pío,
recibe el don místico de la trasverberación. Este don será de preludio al
prodigioso evento de la estigmatización, acontecido el 20 de septiembre de 1918,
día que se imprimen en su cuerpo las llagas de nuestro Señor Jesucristo, llevándolas
hasta el día de su muerte (50 años).
A partir de esa fecha inicia un camino
doloroso para el Padre Pío de toda índole: espiritual, moral, físico y de persecución
e incomprensión para su persona. En 1919 Fray Pío es sometido a varios médicos
para estudiar el fenómeno místico de los estigmas. El papa Benedicto XV (1921),
envía una delegación para analizar con cuidado el caso, como resultado de esa
visita se le obligará interrumpir la comunicación con su director espiritual (Padre
Benedetto).
El 02 de junio de ese mismo año el Santo
Oficio, comunicaba al Ministro General de la Orden de los Capuchinos una serie
de normas entorno al Padre Pío, a saber: no tener un horario fijo en la misa que
celebrase, no hablar con ninguno acerca de sus estigmas y evitar al máximo el
contacto con los cientos de fieles que se acercaban día con día a San Giovanni
Rotondo.
La situación se hará más difícil y
dolorosa cuando el 23 de mayo de 1921 la Santa Sede comunica a Fray Pío, la suspensión
temporal de sus facultades ministeriales en público, a excepción de poder celebrar
la santa misa en privado (en una de las capillas internas del convento). Sin
duda alguna, un tiempo doloroso para esta noble alma, que solícitamente
aceptará en absoluta obediencia, oración y sufrimiento por el espacio de dos
largos años.
El 16 de julio de 1933 viene otorgadas las
facultades ministeriales a Fray Pío, pudiendo así celebrar la misa en público.
En 1934 recibe la licencia de confesar a los fieles, volviendo su vida a la
normalidad después de diez años de duras pruebas en su vocación sacerdotal.
El venerable Padre Pío fue beatificado
el 2 de mayo de 1999. El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II
canonizo al Beato Padre Pío, quien desde ese momento pasará a ser el primer
sacerdote canonizado en la historia de la Iglesia.
4.
Clave de
interpretación
La noche
oscura es definida por el Padre Pío como un “… estado envidiable que
prepara al corazón en sí mismo para recibir la forma verdadera del espíritu, constituyendo
así la unión con Dios”.[10]
El santo es consciente de este hecho, él mismo lo expresa a su director
espiritual Padre Agostino, al escribirle:
“… Confío plenamente en el mismo Señor, como hacía
el santo Job que sometido aunque por Dios en tal estado, esperaba de ver la luz
después de las tinieblas”.[11]
Esto evidencia con claridad que la noche oscura que experimenta en su vida
espiritual, es un momento de purificación que le permitirá contemplar a Dios. A
partir de la carta n. 167 de 1913 podemos definir algunas líneas con las cuales
el Santo de Pietrelcina, afronta sus crisis espirituales, a saber:
a)
Es consciente que Dios somete a la
prueba aquellas almas aún jóvenes en el
espíritu. Con el objetivo de unirlas a Él. Por lo tanto, la unión con Dios, la explica a través de
la imagen del connubio celeste (matrimonio).
b)
El alma debe ser purificada de
todas sus imperfecciones para poder alcanzar el estado contemplativo. ¿Y cómo se realiza esto? Por medio de la vía purgativa:
Dios con una luz altísima penetra toda el
alma, íntimamente la atraviesa y la renueva toda.[12]
c)
Por último esta luz que purifica en ocasiones puede
causar un doble efecto (en razón de purificar a las almas): 1. Una luz que trae consigo las tinieblas y el
tormento, en vez de luz. 2. Lo
anterior, por motivo de la bajeza y la impuridad del alma, esta luz no consuela (trae con consigo la
aflicción).
Todo esto por una simple razón como lo
explica el mismo Padre Pío, en su carta:
“Todo esto adviene sobre el principio, encontrando
la divina luz indisposiciones en las almas a la divina unión, por lo tanto
inviste a estas almas en modo purgativo, y cuando después esta luz las ha
purgado, las inviste ahora en modo iluminativo, ensalzándolas a la vista y a la
unión perfecta con Dios”.[13]
5.
El don místico de
los estigmas
F. Fine, define los estigmas como “las
huellas impresas sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos,
como símbolo de la participación de sus almas en la pasión de Cristo.”[14] El
término estigmatización se deriva del latín que proviene de la transliteración
del griego estigma (signo),
entendiéndose como las alteraciones permanentes, sobre el cuerpo de las
bestias, prisioneros y esclavos por medio de un fierro caliente.[15]
Los estigmatizados sólo se encuentran en
el cristianismo (Iglesia Católica), en el siglo XX, en Europa, los más
conocidos son Marthe Robin (Francia) y el Padre Pío (Italia). La posición
oficial de la Iglesia en cuanto este fenómeno místico en la canonización no ha
sido el reconocimiento de los estigmas, lo que interesa al proceso son las
virtudes de la persona, su equilibrio humano, la cualidad de los frutos de su
vida, y no el carácter extraordinario de determinados hechos que se encuentran
en su vida.
La estigmatización recuerda así lo
esencial de la fe cristiana: el don que Dios hace de sí mismo a la humanidad,
aceptando llegar hasta la muerte en la cruz para liberar al hombre. Podríamos
decir, que los estigmas son para recordar la vocación de todo hombre al don de
sí mismo, al amor.[16] El
papa Juan Pablo II para la beatificación del Padre Pío describía los estigmas
del santo como:
“(…) Para el beato de Pietrelcina la participación en la Pasión tuvo notas
de especial intensidad: los dones singulares que le fueron concedidos y los
consiguientes sufrimientos interiores y místicos le permitieron vivir una
experiencia plena y constante de los padecimientos del Señor, convencido
firmemente de que «el Calvario es el monte de los santos»”.[17]
5.1. Los estigmas en el Padre Pío de Pietrelcina
Anteriormente mencione al inicio del
trabajo la justificación del porqué trabajar y analizar la noche oscura, a partir de los estigmas del Padre Pío. A
continuación presentaré los elementos más representativos, a saber: ¿el porqué
de la crisis espiritual a través de este don?, que factores internos y
externos, favorecieron en aumentar su sufrimiento delante de este
acontecimiento místico y ¿cuáles fueron los medios con las cuales el Padre Pío,
pudo superar o al menos le ayudaron a sobre llevar y aceptar su noche oscura?
La vida del Padre Pío, desde su inicio
hasta su muerte, se vio marcada por una serie de eventos sobrenaturales y
místicos. Desde los cincos años de edad escribe su director espiritual el padre
Agostino, iniciaron los éxtasis y las apariciones.[18] Los
estigmas, inician a revelarse en el otoño de 1910 (a escasos meses de su
ordenación sacerdotal). Sin embargo, lo hará público a su confesor tan sólo un
año después. Dejemos que el Padre Pío, nos lo narre:
“En medio de la palmas de las manos me apareció un
punto rojo, casi en forma de un centésimo, acompañado aunque de un fuerte y un agudo
dolor en medio de aquel punto rojo. Este dolor era muy sensible en medio de la
mano izquierda, y todavía siento el dolor. Aunque debajo de los pies advierto
un poco de dolor. Este fenómeno es ya desde un año que se va repitiendo, pero
es hasta ahora por primera vez que se lo digo; porque he tenido que vencerme a
mí mismo para contárselo, siempre por la maldita vergüenza. Aunque ahora si
usted supiera cuanta violencia he experimentado que para decírselo.[19]
Un año después desaparecen estas
manifestaciones físicas en sus manos y pies, pero el dolor todavía persiste.
Así consta en una carta a su director espiritual:
“Desde el jueves por la noche hasta el sábado,
aunque el martes es una tragedia dolorosa para mí. El corazón, las manos y los
pies parecen ser que son traspasados por una espada; tanto es el dolor que
siento”.[20]
La estigmatización se dará de forma
definitiva el 20 de septiembre de 1918, hecho que narrará tan sólo un mes
después a su director espiritual, con las siguientes palabras “¿cosa digo en
cuanto aquello que sucedió con la mía crucifixión? Dios mío, que confusión y
que humillación yo pruebo en el deber manifestar lo que Tú ¡has operado en esta mezquina
creatura!”[21]
El Padre Pío, siente repugnancia en sí mismo, el sólo hecho de hablar del don
que ha recibido por parte de Dios. Sin embargo, un mes antes había tenido una
visión de aquel misterioso “personaje”, como así lo llama el día que se
imprimieron los sagrados estigmas en su cuerpo.[22] El
mismo santo nos describe lo que aconteció aquel 20 de septiembre de 1918.
“En la mañana del 20 del mes pasado mientras estaba en
el coro, después de la celebración de la santa misa, fui sorprendido por el
reposo, similar a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, no
con las mismas facultades del alma se encontraron en una quietud
indescriptible. En todo esto fue un total silencio interno dentro de mí mismo;
adquirí rápidamente una gran paz y abandono a la completa privación de todo.
Todo esto viene como un flash. Y mientras todo esto se iba dando, vi delante de
mí un misterioso personaje, similar a aquel visto en la noche del 5 de agosto,
que se diferenciaba solamente porque sus manos, los pies y el costado brotaba sangre.
Su mirada me aterrorizó; aquello que sentía en aquél instante dentro de mí no
sé cómo decirlo. Me sentía morir y estaría muerto, si el Señor no hubiera
intervenido a sostener mi corazón, el cual lo sentía palpitar fuertemente en mi
pecho. Cuando la mirada del personaje se retira yo advertí que mis manos, pies
y costado fueron traspasados y sangraban. Imagínese la agonía que experimento
ahora y que vengo experimentando continuamente casi todos los días. De la
herida del corazón sale asiduamente sangre, especialmente del jueves en la
noche hasta el sábado. Padre mío, yo muero de dolor por la agonía y por la
confusión que yo pruebo en el íntimo del alma. Temo de morir desangrado, si el
Señor no escucha los gemidos de mi pobre corazón sino retira de mí esta obra.
¿Mi hará esta gracia Jesús que es tan bueno?[23]
5.2. El motivo de su sufrimiento
El dolor que experimenta Fray Pió de
Pietrelcina, es ocasionado por sentirse objeto de atracción hacia los demás.
Recordemos que desde el momento de la manifestación de los signos de la pasión
el santo, debió ser objeto de indefinidas visitas por parte de médicos, de los
superiores de la Orden y las autoridades eclesiásticas de la Iglesia, con el
fin de aclarecer el fenómeno místico de los estigmas. Ni que decir de la ola de
curiosos que se acercaban a San Giovanni Rotondo, para saciar su curiosidad y
confirmar lo que los periódicos y cientos de peregrinos habían contado de aquel
fraile capuchino italiano.
A esto debemos agregar el asedio de las
tentaciones y sus combates con el demonio, que no lo dejarán en paz nunca.
“Si no fuera, padre mío, por la guerra que el
demonio me da continuamente, sería casi en el paraíso; me encuentro en las
manos del demonio, que se esfuerza por arrancarme de los brazos de Jesús.
¡Cuánta guerra, Dios mío! En ciertos momentos poco me falta para no perder mi
cabeza por la violencia que tengo que resistir. ¡Cuántas lágrimas, cuantos
suspiros, padre mío, hago llegar al cielo para ser liberado! Pero no importa,
yo no me cansaré de orar a Jesús.”[24]
6.
Elementos para
hacer frente a la noche oscura
6.1. La oración
La oración será el medio eficaz por la
cual el Padre Pío, podrá hacer frente a las innumerables pruebas y tentaciones
del demonio. Sólo a través del contacto diario con Dios en su oración personal,
le ayudará a discernir la voluntad de Dios y aceptarla. Su oración es de
súplica a Dios, en otros casos trata de buscar el consuelo para poder
sobrellevar la cruz de día con día. En ocasiones le parece que su oración es
inútil, pero no deja por esto de orar, implora aunque a sus directores
espirituales e hijos espirituales, con el fin de obtener la gracia y no
desmayar.
En 1922 el Fray Pío imploraba a Dios de
este modo particular para poder ver la luz en su vida espiritual:
“Padre mío, ayúdame y hazme ayudar, si no es para
salir de este estado, al menos que entre un rayo de luz en mi mente, que me haga
ver en cualquier modo la verdad de tus aseguraciones y aunque concédeme un poco
de refrigerio que alegre un poco la agonía de esta espina pegada en el centro
del corazón, que cruelmente me agobia”.[25]
6.2. Conformidad a la voluntad
Divina
Otro medio para contraponer la violencia
de la prueba purificadora, que, como el primero, surge de un auténtico espíritu
de fe, es el abandono a la Providencia y la completa entrega a los misteriosos
designios de Dios sobre el alma. En una de sus tantas cartas a su director
espiritual, pronuncia el fiat, como
María al Padre, de este modo:
“El fiat, yo lo repito siempre, y no otra cosa
anhelo que el cumplimiento exacto de este fiat, en el modo que Él, lo pide,
generoso y fuerte.[26]
6.3. Dirección espiritual
El Fray Pío, consciente que sus fuerzas
humanas no eran suficientes para el encargo que recibía de Dios de entregar su
vida por el bien de las almas y de la singularidad de dones recibidos por el Padre de las Misericordia (TestCl 2), durante su vida se hace acompañar espiritualmente por dos de sus
cohermanos: Fr. Benedetto da San Marco in Lamis y Fr. Agostino da San Marco in
Lamis.
El Padre Pío, recibe un gran alivio
espiritual con las respuestas de sus directores espirituales, que le hacían
experimentar la cercanía de Dios. A pocos meses de su ordenación sacerdotal el
P. Benedetto, lo exhortaba de esta manera:
“Cuanto mayor son las penas, tanto más grande el
amor que Dios te da. Desgraciadamente quisiera que fueras librado: pero mira el
gran bien que recibes de los asaltos de los enemigos (…) me hace amorosamente
acogerme al querer divino y considerar tu lucha como acumular trofeos”.[27]
Lo anterior deja constancia de la conciencia
que tiene el santo estigmatizado del Gargano, de la necesidad de dejarse guiar
espiritualmente y pedir con humildad consejo para discernir mejor la voluntad
de Dios en su vida. Fray Pío, es consciente que un ciego no puede guiar a otro
ciego. Sin duda alguna, la noche oscura
que vive en su interior lo hace buscar un acompañamiento espiritual para poder
encontrarse con Dios y así poder acompañar a tantas otras almas que piden su
guía espiritual.
Conclusión
La vida espiritual del fraile de
Pietrelcina es un manantial que se fundamenta en tres aspectos basilares, a
saber: la vida sacramental (eucaristía-reconciliación), la oración personal y
por último la dirección espiritual. Dichos elementos son la clave de lectura
para entender su vida interior y el centro de su sección epistolar. Por esta
razón su literatura espiritual puede ser resumida en dos ideas centrales:[28]
a)
A nivel educativo como un tratado
de las cosas del corazón y a su vez, la llave de la inteligencia.
b)
Un prolongamiento del sacramento de
la penitencia. Es decir, la dirección espiritual que ayuda a afrontar los
momentos difíciles que se presentan en la vida del penitente.
Por lo tanto, la experiencia espiritual
del Padre Pío en la krinein (crisis),
ofrece elementos que permiten crecer espiritualmente y personalmente a la
persona cuando se deja guiar por la gracia de Dios y su Santa operación.
Bibliografía
Libros
Padre Pio da
Pietrelcina, Epistolario I. Corrispondenza con i direttori spirituale (1920-1922). Dirigido por Melchiorre da Pobladura y
Alessandro da Ripabottoni, Edizione Padre Pio da Pietrelcina, San Giovanni
Rotondo, 20074.
San Francisco de
Asís. Escritos, biografías, documentos de la época, BAC, Madrid 1980.
Jurado Ruiz Manuel,
El discernimiento espiritual. Teología,
Historia, Práctica, BAC, Madrid 1994.
Revistas
Bernabeo Raffaele, «Le stigmate come fenomeno storico-scientifico», en Studi su Padre Pio 1 (2000), 65-80.
Flores Angelo, «L’Epistolario di Padre Pio», en Studi su Padre Pio, 2
(2000), 145-157.
Sobrino Jon, «La sequela di Gesù come discernimiento cristiano», en Concilium 9 (1978), 33-49.
Pacentra Concetta, «La pedagogia dell’epistolario», en Studi su Padre Pio, 10 (2009), 97-107.
Fine Francois,
«Los estigmas», en Selecciones de
Franciscanismo 113 (2009), 211-224.
Internet
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1999/documents/hf_jpii_hom_02051999_padre-pio_sp.html (consultado el
10 de marzo 2010).
[1] El 2 de marzo del 2008 Mons.
Domenico D’Ambrosio (arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo),
daba inicio al rito canónico de exhumación de los restos mortales de Francesco
Forgione (Fray Pío), en compañía de todos los frailes Capuchinos de la
Provincia de Foggia y del Ministro General de los Capuchinos Fr. Mauro Jhöri.
Con este rito se preparaba la exposición del cuerpo del santo al público (24 de
abril del 2008), con una misa celebrada por el Cardenal José Saraiva Martins,
Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
[2] El 19 de abril del 2010 se traslado
el cuerpo de Fray Pío de Pietrelcina a la Chiesa
nuova (Santuario construido 2004). La ceremonia fue precedida por Mons. Michele
Castoro (arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo). La cripta del Santuario fue embellecida
con una serie de mosaicos que estuvieron a cargo del padre Ivan Marko Rupnik
(Jesuita), dichos mosaicos fueron decorados con escenas sobre las vidas de Fray
Pío y de San Francisco de Asís.
[3]
Pietrelcina, 29 de novembre 1910. Carta n. 23. p. 206. “Da parecchio tempo sento in me un bisogno, cioè di offrirmi al Signore
vittima per i poveri peccatori e per le anime purganti. Questo desiderio è
andato crescendo sempre più nel mio cuore tanto che ora è divenuto, sarei per
dire, una forte passione”.
[4] Pacentra
Concetta, «La pedagogia dell’epistolario», en Studi su Padre Pio, 10 (2009), p. 97 (la traducción es mía).
[5] Ímpetu de amor (el alma se siente como devorada de una hambre y una
sed de corresponder al amor divino), Trasverberación
(experiencia mística de ser traspasado en el corazón causando una gran
herida) y la Bilocación (el poder
estar en dos lugares al mismo tiempo).
[6]
Cfr. Padre Pio da Pietrelcina,
Epistolario I. Corrispondenza con i direttori spirituale (1920-1922).
Dirigido por Melchiorre da Pobladura y Alessandro da Ripabottoni, Edizione
Padre Pio da Pietrelcina, San Giovanni Rotondo, 20074, p. 118.
[7] Sobrino Jon, «La
sequela di Gesù come discernimento cristiano», en Concilium 9 (1978), p. 35.
[8] Sobrino Jon, «La
sequela di Gesù come discernimento cristiano»..., p. 49.
[9]
Cfr. Padre Pio da Pietrelcina,
Epistolario I..., pp. 7-21.
[10] Definición que da el mismo Padre
Pio de Pietrelcina (carta del 19 de diciembre de 1913). Contestando al P.
Agostino, su petición de orientación para dos almas que atraviesan la dura
prueba de la purificación del espíritu.
[11]
Pietrelcina, 19 de diciembre 1913. Carta n. 167. p. 442.
[12] “… Iddio con una luce altissima penetri tutta
l’anima, intimamente la trafigga e tutta la rinnovi.
[13]
“Tutto questo avviene in sul principio, trovando la divina luce indisposte le
anime alla divina unione, e quindi investe le anime in modo purgativo, e quando
poi questa luce l’ha purgate, le investe allora in modo illuminativo,
innalzandole alla vista ed all’unione perfetta di Dio”.
[14] Fine
Francois, «Los estigmas», en Selecciones
de Franciscanismo 113 (2009), p. 211.
[15] Bernabeo Raffaele,
«Le stigmate come fenomeno storico-scientifico», en Studi su Padre Pio 1 (2000), p. 65.
[16] Cfr. Fine Francois, «Los estigmas»…, pp. 211; 212; 222; 223.
[17] Homilía del papa Juan Pablo II,
con motivo de la beatificación del Padre Pío, en http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1999/documents/hf_jpii_hom_02051999_padre-pio_sp.html (consultado el 10 de marzo
2010).
[18] Cfr. Agostino
da San Marco in Lamis, Notizie su
padre Pio, I, f. 16r. Publicado por Gerardo Di Flumeri con el títolo Diario, Foggia 1971.
[19] Pietrelcina, 8
settembre 1911, Lettera 44, p. 234. “In mezzo alla
palma delle mani è apparzo un po’di rosso quasi quanto la forma di un
centesimo, accompagnato anche da un forte ed acuto dolore in mezzo a quel po’
di rosso. Questo dolore era più sensibile in mezzo alla mano sinistra, tanto
che dura ancora. Anche sotto i piedi avverto un po’ di dolore. Questo fenomeno
è quasi da un anno che si va ripetendo, però se adesso per la prima volta
glielo dico; perché mi sono fatto vincere sempre da quella maledetta vergogna.
Anche adesso se sapesse quanta violenza, ho dovuto farmi per dirglielo”.
[20] Pietrelcina, 21 marzo 1912,
Lettera 69, p. 266. “Dal giovedì sera fino al sabato ,
come anche il martedì è una tragedia dolorosa per me. Il cuore, le mani ed i
piedi sembrami che siano trapassati da una spada; tanto è il dolore che ne
sento”.
[21] San Giovanni Rotondo, 22 ottobre 1918, Lettera 510, p. 1093.
[22]
Cfr. San Giovanni Rotondo, 21 agosto 1918, Lettera 500, p. 1065.
[23] San Giovanni Rotondo, 22 ottobre 1918, Lettera 510, p. 1093-1094. “Era la mattina del 20 dello mese in coro, dopo la celebrazione della
santa messa, allorché venni sorpreso dal
riposo, simile ad un dolce sonno. Tutti i sensi interni ed esterni, non
che le stesse facoltà dell’anima si trovarono in una quiete indescrivibile. In
tutto questo vi fu totale silenzio intorno a me e dentro di ve; vi subentrò una
gran pace ed abbandono alla completa privazione del tutto e una posa nella
stessa rovina. Tutto questo avvenne in un baleno. E mentre tutto questo si
andava operando, mi vidi dinanzi un misterioso personaggio, simile a quello
visto la sera del 5 agosto, che differenziava in questo solamente che aveva le
mani ed i piedi ed il costato che grondava sangue. La sua vista mi atterrisce;
ciò che sentivo morire e sarei morto se il Signore non fosse intervenuto a
sostenere il cuore, il quale me lo sentivo sbalzare dal petto. La vista del personaggio
si ritira ed io mi avvidi che mani, piedi e costato erano traforati e
grondavano sangue. Immaginate lo strazio che esperimentai allora e che vado
esperimentando continuamente quasi tutti i giorni. La ferita del cuore gitta
assiduamente del sangue, specie dal giovedì a sera sino al sabato. Padre mio,
muoio di dolore per lo strazio e per la confusione susseguente che io provo
nell’intimo dell’anima. Temo di morire dissanguato, se il Signore non ascolta i
gemiti del mio povero cuore e col ritirare da me questa operazione. Mi farà
questa grazia Gesù che è tanto buono?
[24] Pietrelcina, 20 diciembre 1910, Lettera 25 p. 208-209. “Se non
fosse, padre mio, per la guerra che il demonio mi muove continuamente, sarei
quasi in paradiso; mi trovo nelle mani del demonio, che si sforza di strapparmi
dalle braccia di Gesù. Quanta guerra, Dio mio, mi muove costui! In certi
momenti poco manca che non mi vada via la testa per la continua violenza che
debbo farmi. Quante lagrime, quanti sospiri, padre mio, indirizzo al cielo per
esserne liberato. Ma non importa, io non mi stancherò di pregare Gesù.
[25] San Giovani Rotondo, 6 aprile
1922, Lettera 627, p. 1271. “Padre mio, aiutatemi e
fatemi aiutare se non ad usciere da questo stato, almeno che entri un raggio di
luce nella mia mente, che mi faccia scorgere in qualche modo la verità delle
vostre assicurazioni ed anche un po’ di refrigerio che mi alleggerisca un po’
lo strazio di questa spina conficcata nel centro del cuore, che crudelmente me
lo strazia”.
[26] San Giovani Rotondo, 19 giugno
1918, Lettera 490, p. 1038. “Ma fiat, io ripeto sempre, ed alto no bramo che il compimento esatto di
questo fiat, nel modo appunto ch’ egli lo richiede, generoso e forte”.
[27] San Marco la Catola, 22 diciembre 1910, Lettera n. 26 del Padre Benedetto
a Padre Pío, p. 210 “Quanto maggiori sono le pene, tanto è più grande l’amore
che Dio ti porta. Purtroppo vorrei che ne fossi liberato: ma la mira del gran
bene che ne recevi dagli assalti nemici (…) rassegnare al volere divino e
considerare la tua lotta con un accumulare trofei”.
[28] Cfr. Flores Angelo, «L’Epistolario di Padre Pio», en Studi su Padre Pio, 2 (2000), pp 149-150.
Momento de Oración |
Reflexión |
Café en la sala centroamericana |
una de las ganadoras de los arreglos florales se muestra contetita |
Realización de las rifas |