"La Regla y Vida de los Hermanos Menores es esta, a saber,

guardar el santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia,

sin nada propio y en castidad"... Francisco de Asís.


miércoles, 29 de septiembre de 2010

Tarde de Reflexión en torno a la figura del Padre Pío

Dentro de nuestras actividades de este mes, tambien contamos con una tarde de reflexión tuvo como tema al Padre Pío. Se inicio con un momento de oración, seguidamente la reflexión a cargo de Fray Mauricio Romero, terminando con la celebración de la misa. Luego pasamos a la sala centroamericana para compartir un café en donde se animó con cantos y se realizaron rifas de arreglos florales y un juego de ollas.

He aqui la reflexión:

La crisis en la experiencia espiritual del P. Pío de Pietrecina


1.     Introducción

A dos años de la exhumación de los restos mortales de Fray Pío de Pietrelcina[1] y del reciente traslado de su cuerpo a la cripta de la Chiesa nuova,[2] se concluye así un período de dos años intensos de peregrinaje de cientos y cientos de fieles a San Giovanni Rotondo, para venerar a uno de los santos más queridos de la Iglesia de la mitad del siglo pasado.

La vida del Fraile de Pietrelcina podría describirse con un pasaje de las Florecillas de San Francisco de Asís, que exalta la humildad del poverello: ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti? ¿Por qué a ti?, preguntó Fray Maseo al Seráfico Padre y su respuesta fue esta:

“Esto me viene de los ojos del Dios altísimo, que miran en todas partes a buenos y malos, y esos ojos santísimos no han visto, entre los pecadores, ninguno más vil ni más inútil, ni más grande pecador que yo. Y como no ha hallado sobre la tierra otra criatura más vil para realizar la obra maravillosa que se había propuesto, me ha escogido a mí para confundir la nobleza, la grandeza, y la fortaleza, y la belleza, y la sabiduría del mundo, a fin de que quede patente que de Él, y no de creatura alguna, proviene toda virtud y todo bien, y nadie puede gloriarse en presencia de Él, sino que quien se gloría, ha de gloriarse en el Señor (1 Cor 27-31), a quien pertenece todo honor y toda gloria por siempre (Flor X).
De igual forma el santo capuchino tiene claro que su vida es una continua donación a Dios, para la salvación de las almas como un simple instrumento del Reino de Dios.

“Hace bastante tiempo siento dentro de mí la necesidad de ofrecerme al Señor como víctima para los pobres pecadores y para las almas purgantes. Este deseo viene creciendo siempre cada vez más en mi corazón tanto que ahora se ha convertido, diría en una fuerte pasión”.[3]

2.     Descripción del trabajo

El estudio partirá de una lectura atenta de algunas secciones de la correspondencia epistolar de la vida del santo. C. Pacentra es de la opinión que “el Epistolario da la posibilidad de un “encuentro” con un hombre auténtico que ha sabido conjugar el amor para Dios con el amor para los hombres”.[4]
Para efectos metodológicos debido a la gran cantidad de material documentado (Epistolar), elegí el acontecimiento de los estigmas, por dos sencillas razones, a saber:
a)    De todos los dones místicos[5] recibidos en vida de Fray Pío, la estigmatización representan una serie de vicisitudes en su vida personal, espiritual y fraterna de su provincia.
b)    Entre los estigmatizados de la Iglesia, Fray Pío es uno de los santos más venerados y recientes de la historia (canonización 2002). Lo que nos permiten conocer y apreciar mejor su vida, a través de su abundante literatura epistolar entre sus directores espirituales e hijos espirituales.

Se utilizará como fuente principal el I Volumen Epistolar, tomando como referencia la carta n. 167 (19 de diciembre 1913), considerada como un pequeño compendio clásico de la doctrina de San Juan de la Cruz.[6] En donde podremos apreciar la clave de lectura para poder leer sus cartas y así comprender ¿cómo el santo estigmatizado del Gargano afrontará?, los embates del demonio, la obediencia ciega a la Iglesia, su incansable labor ministerial (sacramento de la reconciliación), y la abundantísima correspondencia espiritual entre sus miles de hijos e hijas espirituales alrededor del mundo.

Por último dicho estudio ofrecerá al lector, a través de la experiencia espiritual del estigmatizado, algunas pautas para poder discernir la voluntad de Dios. Para J. Sobrino “el discernimiento cristiano es la búsqueda concreta de la voluntad de Dios, que tiene como objetivo no sólo de entenderlo, sino cumplirlo”.[7] Más aún para el cristiano el discernimiento será una tarea continua hasta el último momento de su vida “el día en el cual no será necesario discernir será el día, en que habrá llegado el reino de Dios”.[8]
3.     Itinerario biográfico[9]

Francisco Forgione (Padre Pío), nace el 25 de mayo de 1887 en Pietrelcina (Benevento), en el seno de una humilde y religiosa familia, hijo de Grazio Maria y de Maria Giuseppa Di Nunzio. A la edad de cinco años comienza acariciar la idea de consagrarse a Dios para siempre y a partir de ahí inician a manifestarse los primeros dones carismáticos y los continuos ataques del demonio. Cuando cumple quince años Fray Pío, narra en una carta a su director espiritual los combates que debió afrontar al elegir la vida religiosa. Así lo pone por escrito el Padre Pío:

“Dios mío quién podrá decir aquel interno martirio que en mi se manifestaba. Sólo el recordar aquella lucha interna, que se estaba desarrollando dentro de mí, me llenaba del más terrible miedo y sufrimiento…. Sentía la voz del deber obedecer a ti, ¡oh Dios¡ verdadero y bueno, pero los enemigos tuyos y míos me intimidaban.”

Superando victoriosamente las pruebas, dificultades y intimidaciones del demonio, el Padre Pío viste el habito capuchino el 22 de enero de 1903 (Morcone), cambiando su nombre de bautizo (Francesco), por Fray Pío de Pietrelcina. Al año siguiente inicia sus estudios eclesiásticos, bajo la dirección del Padre Agostino de San Marco in Lamis, uno de sus directores espirituales más tarde. El de 18 de julio de 1910 fue ordenado en la Catedral de Benevento.
Poco después de su ordenación sacerdotal por una misteriosa enfermedad permanecerá en casa de sus familiares desde 1909 a 1916. Hecho que puso en duda la idoneidad de su vocación capuchina a sus superiores (vivir tantos años fuera del convento). Sin embargo, gracias a su director espiritual y otros frailes que lo conocían desde sus años de formación interceden en favor del él, delante sus superiores en aquel momento decisivo de su vocación capuchina.
En 1916 cuando parecía ser que había recuperado su salud, el Padre Pío recibe la obediencia de trasladarse al convento de Foggia y más tarde a San Giovanni Rotondo por un período breve, con el fin que el aire fresco de las montañas le ayudará en su precaria salud (de sus pulmones). Pero a partir de ese momento permanecerá todo el resto de su vida en aquel insignificante pueblo de San Giovanni Rotondo, del 28 de julio de 1916 al 23 de septiembre de 1968 día de su muerte (cincuenta dos años).

Estigmatización

         El 6-7 de agosto de 1918 el Padre Pío, recibe el don místico de la trasverberación. Este don será de preludio al prodigioso evento de la estigmatización, acontecido el 20 de septiembre de 1918, día que se imprimen en su cuerpo las llagas de nuestro Señor Jesucristo, llevándolas hasta el día de su muerte (50 años).
         A partir de esa fecha inicia un camino doloroso para el Padre Pío de toda índole: espiritual, moral, físico y de persecución e incomprensión para su persona. En 1919 Fray Pío es sometido a varios médicos para estudiar el fenómeno místico de los estigmas. El papa Benedicto XV (1921), envía una delegación para analizar con cuidado el caso, como resultado de esa visita se le obligará interrumpir la comunicación con su director espiritual (Padre Benedetto).
El 02 de junio de ese mismo año el Santo Oficio, comunicaba al Ministro General de la Orden de los Capuchinos una serie de normas entorno al Padre Pío, a saber: no tener un horario fijo en la misa que celebrase, no hablar con ninguno acerca de sus estigmas y evitar al máximo el contacto con los cientos de fieles que se acercaban día con día a San Giovanni Rotondo.
La situación se hará más difícil y dolorosa cuando el 23 de mayo de 1921 la Santa Sede comunica a Fray Pío, la suspensión temporal de sus facultades ministeriales en público, a excepción de poder celebrar la santa misa en privado (en una de las capillas internas del convento). Sin duda alguna, un tiempo doloroso para esta noble alma, que solícitamente aceptará en absoluta obediencia, oración y sufrimiento por el espacio de dos largos años.  
El 16 de julio de 1933 viene otorgadas las facultades ministeriales a Fray Pío, pudiendo así celebrar la misa en público. En 1934 recibe la licencia de confesar a los fieles, volviendo su vida a la normalidad después de diez años de duras pruebas en su vocación sacerdotal.
El venerable Padre Pío fue beatificado el 2 de mayo de 1999. El día 16 de junio del 2002, su Santidad Juan Pablo II canonizo al Beato Padre Pío, quien desde ese momento pasará a ser el primer sacerdote canonizado en la historia de la Iglesia.


4.     Clave de interpretación

La noche oscura es definida por el Padre Pío como un “… estado envidiable que prepara al corazón en sí mismo para recibir la forma verdadera del espíritu, constituyendo así la unión con Dios”.[10] El santo es consciente de este hecho, él mismo lo expresa a su director espiritual Padre Agostino, al escribirle:

“… Confío plenamente en el mismo Señor, como hacía el santo Job que sometido aunque por Dios en tal estado, esperaba de ver la luz después de las tinieblas”.[11]

Esto evidencia con claridad que la noche oscura que experimenta en su vida espiritual, es un momento de purificación que le permitirá contemplar a Dios. A partir de la carta n. 167 de 1913 podemos definir algunas líneas con las cuales el Santo de Pietrelcina, afronta sus crisis espirituales, a saber:

a)    Es consciente que Dios somete a la prueba aquellas almas aún jóvenes en el espíritu. Con el objetivo de unirlas a Él. Por lo tanto, la unión con Dios, la explica a través de la imagen del connubio celeste (matrimonio).


b)    El alma debe ser purificada de todas sus imperfecciones para poder alcanzar el estado contemplativo. ¿Y cómo se realiza esto? Por medio de la vía purgativa: Dios con una luz altísima penetra toda el alma, íntimamente la atraviesa y la renueva toda.[12]

c)     Por último esta luz que purifica en ocasiones puede causar un doble efecto (en razón de purificar a las almas): 1. Una luz que trae consigo las tinieblas y el tormento, en vez de luz. 2. Lo anterior, por motivo de la bajeza y la impuridad del alma, esta luz no consuela (trae con consigo la aflicción).

Todo esto por una simple razón como lo explica el mismo Padre Pío, en su carta:

“Todo esto adviene sobre el principio, encontrando la divina luz indisposiciones en las almas a la divina unión, por lo tanto inviste a estas almas en modo purgativo, y cuando después esta luz las ha purgado, las inviste ahora en modo iluminativo, ensalzándolas a la vista y a la unión perfecta con Dios”.[13]      


5.     El don místico de los estigmas

F. Fine, define los estigmas como “las huellas impresas sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la pasión de Cristo.”[14] El término estigmatización se deriva del latín que proviene de la transliteración del griego estigma (signo), entendiéndose como las alteraciones permanentes, sobre el cuerpo de las bestias, prisioneros y esclavos por medio de un fierro caliente.[15]
Los estigmatizados sólo se encuentran en el cristianismo (Iglesia Católica), en el siglo XX, en Europa, los más conocidos son Marthe Robin (Francia) y el Padre Pío (Italia). La posición oficial de la Iglesia en cuanto este fenómeno místico en la canonización no ha sido el reconocimiento de los estigmas, lo que interesa al proceso son las virtudes de la persona, su equilibrio humano, la cualidad de los frutos de su vida, y no el carácter extraordinario de determinados hechos que se encuentran en su vida.
La estigmatización recuerda así lo esencial de la fe cristiana: el don que Dios hace de sí mismo a la humanidad, aceptando llegar hasta la muerte en la cruz para liberar al hombre. Podríamos decir, que los estigmas son para recordar la vocación de todo hombre al don de sí mismo, al amor.[16] El papa Juan Pablo II para la beatificación del Padre Pío describía los estigmas del santo como:

“(…) Para el beato de Pietrelcina la participación en la Pasión tuvo notas de especial intensidad: los dones singulares que le fueron concedidos y los consiguientes sufrimientos interiores y místicos le permitieron vivir una experiencia plena y constante de los padecimientos del Señor, convencido firmemente de que «el Calvario es el monte de los santos»”.[17]




5.1. Los estigmas en el Padre Pío de Pietrelcina

Anteriormente mencione al inicio del trabajo la justificación del porqué trabajar y analizar la noche oscura, a partir de los estigmas del Padre Pío. A continuación presentaré los elementos más representativos, a saber: ¿el porqué de la crisis espiritual a través de este don?, que factores internos y externos, favorecieron en aumentar su sufrimiento delante de este acontecimiento místico y ¿cuáles fueron los medios con las cuales el Padre Pío, pudo superar o al menos le ayudaron a sobre llevar y aceptar su noche oscura?

La vida del Padre Pío, desde su inicio hasta su muerte, se vio marcada por una serie de eventos sobrenaturales y místicos. Desde los cincos años de edad escribe su director espiritual el padre Agostino, iniciaron los éxtasis y las apariciones.[18] Los estigmas, inician a revelarse en el otoño de 1910 (a escasos meses de su ordenación sacerdotal). Sin embargo, lo hará público a su confesor tan sólo un año después. Dejemos que el Padre Pío, nos lo narre:

“En medio de la palmas de las manos me apareció un punto rojo, casi en forma de un centésimo, acompañado aunque de un fuerte y un agudo dolor en medio de aquel punto rojo. Este dolor era muy sensible en medio de la mano izquierda, y todavía siento el dolor. Aunque debajo de los pies advierto un poco de dolor. Este fenómeno es ya desde un año que se va repitiendo, pero es hasta ahora por primera vez que se lo digo; porque he tenido que vencerme a mí mismo para contárselo, siempre por la maldita vergüenza. Aunque ahora si usted supiera cuanta violencia he experimentado que para decírselo.[19]
Un año después desaparecen estas manifestaciones físicas en sus manos y pies, pero el dolor todavía persiste. Así consta en una carta a su director espiritual:

“Desde el jueves por la noche hasta el sábado, aunque el martes es una tragedia dolorosa para mí. El corazón, las manos y los pies parecen ser que son traspasados por una espada; tanto es el dolor que siento”.[20]

La estigmatización se dará de forma definitiva el 20 de septiembre de 1918, hecho que narrará tan sólo un mes después a su director espiritual, con las siguientes palabras “¿cosa digo en cuanto aquello que sucedió con la mía crucifixión? Dios mío, que confusión y que humillación yo pruebo en el deber manifestar  lo que Tú ¡has operado en esta mezquina creatura!”[21] El Padre Pío, siente repugnancia en sí mismo, el sólo hecho de hablar del don que ha recibido por parte de Dios. Sin embargo, un mes antes había tenido una visión de aquel misterioso “personaje”, como así lo llama el día que se imprimieron los sagrados estigmas en su cuerpo.[22] El mismo santo nos describe lo que aconteció aquel 20 de septiembre de 1918.

“En la mañana del 20 del mes pasado mientras estaba en el coro, después de la celebración de la santa misa, fui sorprendido por el reposo, similar a un dulce sueño. Todos los sentidos internos y externos, no con las mismas facultades del alma se encontraron en una quietud indescriptible. En todo esto fue un total silencio interno dentro de mí mismo; adquirí rápidamente una gran paz y abandono a la completa privación de todo. Todo esto viene como un flash. Y mientras todo esto se iba dando, vi delante de mí un misterioso personaje, similar a aquel visto en la noche del 5 de agosto, que se diferenciaba solamente porque sus manos, los pies y el costado brotaba sangre. Su mirada me aterrorizó; aquello que sentía en aquél instante dentro de mí no sé cómo decirlo. Me sentía morir y estaría muerto, si el Señor no hubiera intervenido a sostener mi corazón, el cual lo sentía palpitar fuertemente en mi pecho. Cuando la mirada del personaje se retira yo advertí que mis manos, pies y costado fueron traspasados y sangraban. Imagínese la agonía que experimento ahora y que vengo experimentando continuamente casi todos los días. De la herida del corazón sale asiduamente sangre, especialmente del jueves en la noche hasta el sábado. Padre mío, yo muero de dolor por la agonía y por la confusión que yo pruebo en el íntimo del alma. Temo de morir desangrado, si el Señor no escucha los gemidos de mi pobre corazón sino retira de mí esta obra. ¿Mi hará esta gracia Jesús que es tan bueno?[23]

5.2. El motivo de su sufrimiento

         El dolor que experimenta Fray Pió de Pietrelcina, es ocasionado por sentirse objeto de atracción hacia los demás. Recordemos que desde el momento de la manifestación de los signos de la pasión el santo, debió ser objeto de indefinidas visitas por parte de médicos, de los superiores de la Orden y las autoridades eclesiásticas de la Iglesia, con el fin de aclarecer el fenómeno místico de los estigmas. Ni que decir de la ola de curiosos que se acercaban a San Giovanni Rotondo, para saciar su curiosidad y confirmar lo que los periódicos y cientos de peregrinos habían contado de aquel fraile capuchino italiano.
A esto debemos agregar el asedio de las tentaciones y sus combates con el demonio, que no lo dejarán en paz nunca.

“Si no fuera, padre mío, por la guerra que el demonio me da continuamente, sería casi en el paraíso; me encuentro en las manos del demonio, que se esfuerza por arrancarme de los brazos de Jesús. ¡Cuánta guerra, Dios mío! En ciertos momentos poco me falta para no perder mi cabeza por la violencia que tengo que resistir. ¡Cuántas lágrimas, cuantos suspiros, padre mío, hago llegar al cielo para ser liberado! Pero no importa, yo no me cansaré de orar a Jesús.”[24]


6.     Elementos para hacer frente a la noche oscura

6.1. La oración

La oración será el medio eficaz por la cual el Padre Pío, podrá hacer frente a las innumerables pruebas y tentaciones del demonio. Sólo a través del contacto diario con Dios en su oración personal, le ayudará a discernir la voluntad de Dios y aceptarla. Su oración es de súplica a Dios, en otros casos trata de buscar el consuelo para poder sobrellevar la cruz de día con día. En ocasiones le parece que su oración es inútil, pero no deja por esto de orar, implora aunque a sus directores espirituales e hijos espirituales, con el fin de obtener la gracia y no desmayar.


         En 1922 el Fray Pío imploraba a Dios de este modo particular para poder ver la luz en su vida espiritual:

“Padre mío, ayúdame y hazme ayudar, si no es para salir de este estado, al menos que entre un rayo de luz en mi mente, que me haga ver en cualquier modo la verdad de tus aseguraciones y aunque concédeme un poco de refrigerio que alegre un poco la agonía de esta espina pegada en el centro del corazón, que cruelmente me agobia”.[25]

6.2. Conformidad a la voluntad Divina

Otro medio para contraponer la violencia de la prueba purificadora, que, como el primero, surge de un auténtico espíritu de fe, es el abandono a la Providencia y la completa entrega a los misteriosos designios de Dios sobre el alma. En una de sus tantas cartas a su director espiritual, pronuncia el fiat, como María al Padre, de este modo:

“El fiat, yo lo repito siempre, y no otra cosa anhelo que el cumplimiento exacto de este fiat, en el modo que Él, lo pide, generoso y fuerte.[26]


6.3. Dirección espiritual

El Fray Pío, consciente que sus fuerzas humanas no eran suficientes para el encargo que recibía de Dios de entregar su vida por el bien de las almas y de la singularidad de dones recibidos por el Padre de las Misericordia (TestCl 2), durante su vida se hace acompañar espiritualmente por dos de sus cohermanos: Fr. Benedetto da San Marco in Lamis y Fr. Agostino da San Marco in Lamis.
El Padre Pío, recibe un gran alivio espiritual con las respuestas de sus directores espirituales, que le hacían experimentar la cercanía de Dios. A pocos meses de su ordenación sacerdotal el P. Benedetto, lo exhortaba de esta manera:

“Cuanto mayor son las penas, tanto más grande el amor que Dios te da. Desgraciadamente quisiera que fueras librado: pero mira el gran bien que recibes de los asaltos de los enemigos (…) me hace amorosamente acogerme al querer divino y considerar tu lucha como acumular trofeos”.[27]

Lo anterior deja constancia de la conciencia que tiene el santo estigmatizado del Gargano, de la necesidad de dejarse guiar espiritualmente y pedir con humildad consejo para discernir mejor la voluntad de Dios en su vida. Fray Pío, es consciente que un ciego no puede guiar a otro ciego. Sin duda alguna, la noche oscura que vive en su interior lo hace buscar un acompañamiento espiritual para poder encontrarse con Dios y así poder acompañar a tantas otras almas que piden su guía espiritual.




Conclusión

         La vida espiritual del fraile de Pietrelcina es un manantial que se fundamenta en tres aspectos basilares, a saber: la vida sacramental (eucaristía-reconciliación), la oración personal y por último la dirección espiritual. Dichos elementos son la clave de lectura para entender su vida interior y el centro de su sección epistolar. Por esta razón su literatura espiritual puede ser resumida en dos ideas centrales:[28]

a)    A nivel educativo como un tratado de las cosas del corazón y a su vez, la llave de la inteligencia.

b)    Un prolongamiento del sacramento de la penitencia. Es decir, la dirección espiritual que ayuda a afrontar los momentos difíciles que se presentan en la vida del penitente.

Por lo tanto, la experiencia espiritual del Padre Pío en la krinein (crisis), ofrece elementos que permiten crecer espiritualmente y personalmente a la persona cuando se deja guiar por la gracia de Dios y su Santa operación.



Bibliografía

Libros

Padre Pio da Pietrelcina, Epistolario I. Corrispondenza con i direttori spirituale (1920-1922). Dirigido por Melchiorre da Pobladura y Alessandro da Ripabottoni, Edizione Padre Pio da Pietrelcina, San Giovanni Rotondo, 20074.
San Francisco de Asís. Escritos, biografías, documentos de la época, BAC, Madrid 1980.
Jurado Ruiz Manuel, El discernimiento espiritual. Teología, Historia, Práctica, BAC, Madrid 1994.

Revistas

Bernabeo Raffaele, «Le stigmate come fenomeno storico-scientifico», en Studi su Padre Pio 1 (2000), 65-80.

Flores Angelo, «L’Epistolario di Padre Pio», en Studi su Padre Pio, 2  (2000), 145-157.

Sobrino Jon, «La sequela di Gesù come discernimiento cristiano», en Concilium 9 (1978), 33-49.

Pacentra Concetta, «La pedagogia dell’epistolario», en Studi su Padre Pio, 10 (2009), 97-107.

Fine Francois, «Los estigmas», en Selecciones de Franciscanismo 113 (2009),  211-224.

Internet



[1] El 2 de marzo del 2008 Mons. Domenico D’Ambrosio (arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo), daba inicio al rito canónico de exhumación de los restos mortales de Francesco Forgione (Fray Pío), en compañía de todos los frailes Capuchinos de la Provincia de Foggia y del Ministro General de los Capuchinos Fr. Mauro Jhöri. Con este rito se preparaba la exposición del cuerpo del santo al público (24 de abril del 2008), con una misa celebrada por el Cardenal José Saraiva Martins, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
[2] El 19 de abril del 2010 se traslado el cuerpo de Fray Pío de Pietrelcina a la Chiesa nuova (Santuario construido 2004). La ceremonia fue precedida por Mons. Michele Castoro (arzobispo de Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo). La cripta del Santuario fue embellecida con una serie de mosaicos que estuvieron a cargo del padre Ivan Marko Rupnik (Jesuita), dichos mosaicos fueron decorados con escenas sobre las vidas de Fray Pío y de San Francisco de Asís.
[3] Pietrelcina, 29 de novembre 1910. Carta n. 23. p. 206. “Da parecchio tempo sento in me un bisogno, cioè di offrirmi al Signore vittima per i poveri peccatori e per le anime purganti. Questo desiderio è andato crescendo sempre più nel mio cuore tanto che ora è divenuto, sarei per dire, una forte passione”.
[4] Pacentra Concetta, «La pedagogia dell’epistolario», en Studi su Padre Pio, 10 (2009), p. 97 (la traducción es mía).
[5] Ímpetu de amor (el alma se siente como devorada de una hambre y una sed de corresponder al amor divino), Trasverberación (experiencia mística de ser traspasado en el corazón causando una gran herida) y la Bilocación (el poder estar en dos lugares al mismo tiempo).
[6] Cfr. Padre Pio da Pietrelcina, Epistolario I. Corrispondenza con i direttori spirituale (1920-1922). Dirigido por Melchiorre da Pobladura y Alessandro da Ripabottoni, Edizione Padre Pio da Pietrelcina, San Giovanni Rotondo, 20074, p. 118.
[7] Sobrino Jon, «La sequela di Gesù come discernimento cristiano», en Concilium 9 (1978), p. 35.
[8] Sobrino Jon, «La sequela di Gesù come discernimento cristiano»..., p. 49.
[9] Cfr. Padre Pio da Pietrelcina, Epistolario I..., pp. 7-21.
[10] Definición que da el mismo Padre Pio de Pietrelcina (carta del 19 de diciembre de 1913). Contestando al P. Agostino, su petición de orientación para dos almas que atraviesan la dura prueba de la purificación del espíritu.
[11] Pietrelcina, 19 de diciembre 1913. Carta n. 167. p. 442.
[12]  “… Iddio con una luce altissima penetri tutta l’anima, intimamente la trafigga e tutta la rinnovi.
[13] “Tutto questo avviene in sul principio, trovando la divina luce indisposte le anime alla divina unione, e quindi investe le anime in modo purgativo, e quando poi questa luce l’ha purgate, le investe allora in modo illuminativo, innalzandole alla vista ed all’unione perfetta di Dio”.
[14] Fine Francois, «Los estigmas», en Selecciones de Franciscanismo 113 (2009), p. 211.
[15] Bernabeo Raffaele, «Le stigmate come fenomeno storico-scientifico», en Studi su Padre Pio 1 (2000), p. 65.
[16] Cfr. Fine Francois, «Los estigmas»…, pp. 211; 212; 222; 223.
[17] Homilía del papa Juan Pablo II, con motivo de la beatificación del Padre Pío, en http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/homilies/1999/documents/hf_jpii_hom_02051999_padre-pio_sp.html (consultado el 10 de marzo 2010).
[18]  Cfr. Agostino da San Marco in Lamis, Notizie su padre Pio, I, f. 16r. Publicado por Gerardo Di Flumeri con el títolo Diario, Foggia 1971.
[19] Pietrelcina, 8 settembre 1911, Lettera 44, p. 234. “In mezzo alla palma delle mani è apparzo un po’di rosso quasi quanto la forma di un centesimo, accompagnato anche da un forte ed acuto dolore in mezzo a quel po’ di rosso. Questo dolore era più sensibile in mezzo alla mano sinistra, tanto che dura ancora. Anche sotto i piedi avverto un po’ di dolore. Questo fenomeno è quasi da un anno che si va ripetendo, però se adesso per la prima volta glielo dico; perché mi sono fatto vincere sempre da quella maledetta vergogna. Anche adesso se sapesse quanta violenza, ho dovuto farmi per dirglielo”.
[20] Pietrelcina, 21 marzo 1912, Lettera 69, p. 266. “Dal giovedì sera fino al sabato , come anche il martedì è una tragedia dolorosa per me. Il cuore, le mani ed i piedi sembrami che siano trapassati da una spada; tanto è il dolore che ne sento”.
[21] San Giovanni Rotondo, 22  ottobre 1918, Lettera 510, p. 1093.
[22] Cfr. San Giovanni Rotondo, 21  agosto 1918, Lettera 500, p. 1065.  
[23] San Giovanni Rotondo, 22  ottobre 1918, Lettera 510, p. 1093-1094. “Era la mattina del 20 dello mese in coro, dopo la celebrazione della santa messa, allorché venni sorpreso dal  riposo, simile ad un dolce sonno. Tutti i sensi interni ed esterni, non che le stesse facoltà dell’anima si trovarono in una quiete indescrivibile. In tutto questo vi fu totale silenzio intorno a me e dentro di ve; vi subentrò una gran pace ed abbandono alla completa privazione del tutto e una posa nella stessa rovina. Tutto questo avvenne in un baleno. E mentre tutto questo si andava operando, mi vidi dinanzi un misterioso personaggio, simile a quello visto la sera del 5 agosto, che differenziava in questo solamente che aveva le mani ed i piedi ed il costato che grondava sangue. La sua vista mi atterrisce; ciò che sentivo morire e sarei morto se il Signore non fosse intervenuto a sostenere il cuore, il quale me lo sentivo sbalzare dal petto. La vista del personaggio si ritira ed io mi avvidi che mani, piedi e costato erano traforati e grondavano sangue. Immaginate lo strazio che esperimentai allora e che vado esperimentando continuamente quasi tutti i giorni. La ferita del cuore gitta assiduamente del sangue, specie dal giovedì a sera sino al sabato. Padre mio, muoio di dolore per lo strazio e per la confusione susseguente che io provo nell’intimo dell’anima. Temo di morire dissanguato, se il Signore non ascolta i gemiti del mio povero cuore e col ritirare da me questa operazione. Mi farà questa grazia Gesù che è tanto buono?
[24] Pietrelcina, 20  diciembre 1910, Lettera 25  p. 208-209. “Se non fosse, padre mio, per la guerra che il demonio mi muove continuamente, sarei quasi in paradiso; mi trovo nelle mani del demonio, che si sforza di strapparmi dalle braccia di Gesù. Quanta guerra, Dio mio, mi muove costui! In certi momenti poco manca che non mi vada via la testa per la continua violenza che debbo farmi. Quante lagrime, quanti sospiri, padre mio, indirizzo al cielo per esserne liberato. Ma non importa, io non mi stancherò di pregare Gesù.
[25] San Giovani Rotondo, 6 aprile 1922, Lettera 627, p. 1271. “Padre mio, aiutatemi e fatemi aiutare se non ad usciere da questo stato, almeno che entri un raggio di luce nella mia mente, che mi faccia scorgere in qualche modo la verità delle vostre assicurazioni ed anche un po’ di refrigerio che mi alleggerisca un po’ lo strazio di questa spina conficcata nel centro del cuore, che crudelmente me lo strazia”.
[26] San Giovani Rotondo, 19 giugno 1918, Lettera 490, p. 1038. Ma fiat, io ripeto sempre, ed alto no bramo che il compimento esatto di questo fiat, nel modo appunto ch’ egli lo richiede, generoso e forte”.
[27] San Marco la Catola, 22 diciembre 1910, Lettera n. 26 del Padre Benedetto a Padre Pío, p. 210 “Quanto maggiori sono le pene, tanto è più grande l’amore che Dio ti porta. Purtroppo vorrei che ne fossi liberato: ma la mira del gran bene che ne recevi dagli assalti nemici (…) rassegnare al volere divino e considerare la tua lotta con un accumulare trofei”.
[28] Cfr. Flores Angelo, «L’Epistolario di Padre Pio», en Studi su Padre Pio, 2  (2000), pp 149-150.




Momento de Oración

Reflexión

Café en la sala centroamericana

una de las ganadoras de los arreglos florales se muestra contetita

Realización de las rifas